En la Semana Europea de la Prevención de Residuos (EWWR, por sus siglas en inglés) que este año se celebra del 16 al 24 de noviembre la temática se centrará en el “desperdicio de alimentos” .
Cuando mencionamos el término “desperdicio de alimentos” nos referimos a todos los alimentos, bebidas y partes no comestibles que se eliminan de la cadena de suministro en sectores tales como la fabricación de productos alimenticios, venta minorista de alimentos y comestibles, servicios de alimentación y hogares, por ejemplo.
El desperdicio de alimentos se ha convertido en una preocupación a nivel mundial. Se estima que cada año, los países de la UE producen más de 59,2 millones de toneladas de desperdicio alimentario, lo que equivale a 132 kg por habitante. Dato que llama la atención aún más si consideramos que más de 37 millones de personas no pueden acceder a una comida de “calidad” cada dos días (Fuente: EWWR, 2024). Conviene matizar que la mayor parte de los desperdicios alimentarios son generados en los hogares, restaurantes, catering, supermercados y tiendas de alimentación.
El desperdicio de alimentos genera impactos negativos tanto económicos como ambientales ya que, entre ellos, encontramos aquellos relacionados con las emisiones de gases de efecto invernadero que se generan, por ejemplo, con el empleo de fertilizantes para producir los alimentos, el empleo de agua, uso extensivo de cultivos, etc.