El impacto del plástico en el medio ambiente

El plástico forma parte de nuestra vida cotidiana ya que posee unas propiedades y una versatilidad que han beneficiado a la sociedad en todos los ámbitos (desde la industria alimentaria, agrícola, la industria farmacéutica y salud, la industria automotriz, el saneamiento, transporte, embalajes, entre otros) pero son, precisamente, esas mismas cualidades las que les confiere ser un peligro para el medio ambiente.

El origen de los plásticos se remonta a la década de los años 50 cuando el químico Karl Waldemar Ziegler junto con Giulio Natta desarrollan respectivamente el polietileno y el polipropileno. Sus estudios tuvieron tanta trascendencia que ambos científicos recibieron el Premio Nobel de Química en 1963 por su trabajo en compuestos organometálicos que llevaron a reacciones de polimerización base de procesos industriales para fabricación del plástico.

En la actualidad, el volumen de producción de plástico ya supera el volumen de fabricación de otros materiales. Conviene matizar que una gran proporción del plástico se diseña para ser eliminado de forma inmediata tras su utilización y de todo el volumen de plástico producido y desechado tan sólo se recicla alrededor de un 10-20%, el resto acaba depositándose en vertederos o introduciéndose directa o indirectamente en el medio ambiente. Un estudio reveló que la gran cantidad de plástico que utilizamos está quedando grabada en el registro fósil del planeta y de seguir así el plástico será una de las mayores huellas que dejaremos de nuestro paso por el mundo de ahí que algunos científicos afirmen que estamos en la “Edad del Plástico”.

La problemática de los residuos plásticos radica en que la mayor parte de los plásticos no se degradan y pueden tardar décadas o, inclusive, siglos en descomponerse. En cambio, se dividen en micropartículas denominadas microplásticos o nanoplásticos. La diferencia entre micro y nano plástico reside en su tamaño de partícula: el tamaño de los microplásticos varía entre 0,1 - 100 μm mientras que los nanoplásticos tienen un tamaño, aproximadamente, entre 1 - 100 nm (0,001 a 0,1 μm). La presencia de estas minúsculas partículas tiene consecuencias nefastas para los ecosistemas, el medio ambiente y la salud del hombre ya que pueden ser fácilmente consumidos por los animales y entrar en la cadena alimentaria con sus riesgos inherentes. En el medio marino, por ejemplo, pueden ser ingeridos por peces, crustáceos y mariscos y pasar a su tracto digestivo llegando al consumidor. El plástico presente en el suelo sufriría un proceso semejante pudiendo pasar al agua, a cultivos, a animales y, consiguientemente, al hombre. Hay informes que revelan, también, la presencia de plásticos en la atmósfera.

La Unión Europea ya ha legislado al respecto planteado unos objetivos que deben alcanzar los países comunitarios que deberán planear sus estrategias con el fin de lograr que en 2030 la cuota de reciclaje de residuos plásticos alcance un 55%.

Existe una determinación a escala internacional para reconsiderar y evaluar el uso de los plásticos en todas las etapas de su ciclo de vida. La estrategia europea aspira a acabar con el modelo tradicional de economía lineal (basado en el planteamiento de la extracción de materias primas para fabricar y producir productos que posteriormente se desechan sin tener en cuenta la huella ambiental y sus consecuencias, esto es, “producir para usar y tirar”) para dejar paso al modelo circular en el que se tiene en cuenta todo el ciclo de vida del producto desde su concepción y diseño pasando por su fabricación, uso, reutilización y gestión final tras su vida útil poniendo especial atención en la optimización y reducción de los recursos y materias primas y el aprovechamiento de los residuos, reciclándolos o dándoles una nueva vida para convertirlos en nuevos productos.

No obstante, el problema no comenzará a remediarse hasta que los grandes productores como EEUU, China y el resto de los países asiáticos procedan de igual manera.

Una solución que se propone para algunos productos es el empleo de los plásticos biodegradables. Pero éstos no representan una solución definitiva ya que el proceso de biodegradación no suele darse espontáneamente en la naturaleza. Además, el plástico fabricado a partir de vegetales como la patata, por ejemplo, está limitado por la disponibilidad de terreno y agua y la producción de plástico biodegradable también conlleva un impacto ambiental.

Las razones para actuar están muy claras. Es preciso un importante esfuerzo de concienciación y sensibilización de los gobiernos a escala global. De la misma forma, los usuarios del plástico tenemos que ser consecuentes con el peligro de los residuos plásticos y debemos actuar con responsabilidad.